sábado, 7 de mayo de 2011

Anécdotas del Matador

Anécdotas de José Marcelo Salas Melinao (Extraído del libro “Anecdotario del fútbol chileno” de Juan Cristóbal Guarello y Chomsky)



Cobraron penal para Juventus en el último minuto de un clásico contra el Torino. Marcelo Salas se acabronó y le quitó el lanzamiento a David Trezeguet o Alessandro del Piero. El Matador falló el remate. Cuando le preguntaron por qué había asumido esa responsabilidad, Salas dijo: “Había que elegir entre el huaso rico y el huaso pobre: salió huaso pobre”.

Después de la grave lesión que sufrió en Italia, Marcelo Salas comprendió que había perdido gran parte de su explosión y velocidad. Cuando se encontraba con algún programa de televisión que recordaba sus goles, el Matador decía “pucha que era bueno yo, pero ese no era yo, era mi primo que ya no juega”.


Cuando Marcelo Salas llegó a Juventus sus compañeros no le hicieron mucho caso a su apodo de Matador. Pero cuando notaron su éxito con las mujeres, David Trezeguet y Edgard Davids decidieron bautizarlo como “el Violador”.

De entrada tuvo problemas con el técnico Marcello Lippi. El manejador decidió que Marcelo Salas, por ser el más bajo de los atacantes, debía lanzar los córners. El Matador le discutió la decisión: “Si yo sé cabecear, no tengo nada que hacer tirando córners”. Lippi le paró los carros: “Tiro de esquina para la Juve, Salas lo patea”. Llegó el debut del cuadro turinés y cobraron un córner. Salas, porfiado, se instaló en el área. Ni pensar en ir a tirarlo. Lippi lo puso entre ceja y ceja.

Más se enojó el entrenador italiano cuando notó que Salas se hacía gran amigo de Edgard Davids, el volante holandés. Lippi tenía un severo enfrentamiento con Davids que venía desde un partido frente a La Coruña por un partido por la Liga Europea de Campeones. Enojado por el planteo táctico del partido, el volante de los anteojos había acogotado a Lippi en el camarín. Pese a la gravedad del incidente, el entrenador no podía sacarlo del equipo por el peso y la fama del holandés. Entonces dirigió su ira a los amigos de Davids, y el primero de todos, Marcelo Salas.

Tiene un temperamento muy especial Marcelo Salas. Luego de ser transferido a River Plate en 1996, prácticamente cortó toda relación con los periodistas chilenos. Hacerle una nota se convirtió en una tarea casi imposible, incluso para Las Últimas Noticias, medio con el cual Salas tenía contrato para escribir una columna semanal. El Matador no la escribía, obviamente, sino que era entrevistado por un periodista el domingo en la noche. El problema era que Salas concedía la entrevista a la hora que le daba la gana, lo que complicaba mucho el despacho de la nota.


 Pero el que la pasó peor fue un reportero de radio Cooperativa que conocía a Salas desde su época en Universidad de Chile. Lo mandaron a cubrir la final del torneo Apertura 1996, cuando River se tituló campeón al derrotar 3-0 a Vélez con dos goles del Matador. Salas no le dio bola al muchacho en el estadio y ni una sola cuña tras la vuelta olímpica. Desesperado, el reportero lo siguió hasta su departamento. Muy tarde en la noche se lo podía ver sollozando en la puerta del edificio, con la cinta de la grabadora sin usar.

Tanta frialdad hacia los medios chilenos – no así con los argentinos – hizo crisis a comienzos de 1997 cuando la selección estaba en Quito para enfrentar a Ecuador. Salas entró al ascensor con un grupo de jugadores y varios reporteros gráficos le pidieron que se girara para tomar unas fotos. Todos hicieron caso, menos Marcelo Salas quién entró al ascensor de espaldas a las cámaras. Indignado, Max Montecinos, fotógrafo de El Mercurio, le reprochó: “Si fuéramos de El Gráfico te dai vuelta al tiro hueón”. Reaccionó Salas y hubo que separarlos entre varios o se armaba una mocha.

Paradojas del destino. Marcelo Salas, estrella, campeón y jugador que está en la historia grande de River Plate y que anotó 48 goles en ese club, nunca fue portada de El Gráfico en solitario (sólo un par de veces en la edición chilena, que llevaba una portada distinta a la argentina). En cambio Ivo Basay, que estuvo unos pocos meses e hizo apenas cuatro goles en Boca Juniors, fue portada de la prestigiosa revista en su segundo partido.

Pedro García daba la charla técnica antes del partido entre Venezuela y Chile por las eliminatorias el 2001. El entrenador decía cosas tan disparatadas que Marcelo Salas sacó el celular, llamó a un amigo y, apuntando el aparato hacia García, le dijo: “Escucha todas las huevadas que está hablando este compadre”.

En la eliminatoria siguiente, la del “nuevo camarín”, Salas sorprendió a Mauricio Pinilla con hálito alcohólico en Juan Pinto Durán. Le reprochó duramente su poco compromiso con la selección, a lo que Pinigel respondió de manera insólita:
-          Y voh, guatón, ¿a quién le ganaste?
(Pinilla tenía menos de veinte goles en Primera División y ningún título; Salas más de doscientos y trece campeonatos ganados).


A diferencia de la mayoría de los personajes públicos, Salas odia que sus buenas acciones sean publicitadas. Una vez, estando en la Lazio, vio a un niño con una rara enfermedad a través de la señal internacional de TVN. En silencio se contactó con la producción del programa y entregó una importante suma de dinero para su rehabilitación. La única condición fue que “no se diga al aire que ayudé”.

Para una Teletón, estando en River Plate, el Matador puso varios millones de pesos con absoluto sigilo. Sin embargo, en medio de la maratónica transmisión, recibió un llamado que lo puso al aire. Le insistieron para que contara con cuanto había colaborado. Salas se negó rotundamente: si decía la cifra, dejaba muy mal a varios figurines que habían entregado sus aportes con bombos y platillos.

Por la misma razón, Marcelo Salas en el Sindicato de Futbolistas chileno. Cada vez que hay que ponerle el hombro a una causa gremial, el Matador, consciente de que no todos han tenido su suerte, se mete la mano al bolsillo generosamente.

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